Cuando leí este comentario, recordé nítidamente a una amiga diciendo «todo es discutible». Es una de las formas en que Dios se rie de nosotros.
Respecto a la afirmación «las especies de animales monógamos tienden a ser más inteligentes», primero hay que aclarar:
Correlación no implica causalidad.
Y luego la explicación:
Entre los modelos simples que usamos para entender el mundo, se dice que hay dos grandes estrategias reproductivas:
a) Tener muchos hijos capaces de enfrentarse solos a su entorno, esperando que algunos sobrevivan. b) Tener pocos hijos (o uno), cuidarlos hasta que puedan enfrentar solos al mundo y repetir el proceso.
Ejemplo de la primera son las ranas, de la segunda los humanos. En el caso de la primera estrategia, la poligamia ofrece mayor diversidad genética y muchos más hijos. No hay buenas razones para que las ranas sean monógamas ni necesidad de inteligencia.
Por otro lado, está el pingüino emperador, cuyo padre incuba durante 6 meses, sin comer, mientras espera a la madre y cuando ella vuelve, come. Pobre de él si su pareja no lo recuerda. En este caso, aunque la poligamia tendría las mismas ventajas, el padre no podría cuidar tantos bebés y cada hijo requiere mucho esfuerzo. Debe entonces ser inteligente para elegir una buena pareja y su pareja debe serlo para entender sus necesidades.
Diría que la monogamia es una estrategia para compartir el costo y riesgo de tener un hijo difícil de mantener.
La estrategia «b» no necesariamente lleva a la monogamia. Uno puede tener un harem para que cuide a los hijos, como los leones o algunos musulmanes. Esto generalmente requiere cuidar a las hembras para asegurarse de que la descendencia es propia y requiere más fuerza que inteligencia.
La jerarquía no requiere mucha inteligencia, el más valiente toma las decisiones y las defiende. Como ejercicio al lector remplazar «jerarquía» por «poligamia» y «decisiones» por «hembras».
Y aunque la jerarquía aparece naturalmente en las especies sociales, en las especies inteligentes, los menos dominantes utilizan estrategias para seducir a las hembras sin que el dominante se entere (las hembras aquí también deben ser inteligentes, pues comparten el riesgo) o para agruparse, derrotar al dominante y repartirse las hembras.
Entonces, no es que «la monogamia genere inteligencia», sino una combinación de que «las especies monógamas requieren usar más inteligencia», «las especies inteligentes tienen la oportunidad de ser monógamas» y otros varios pretextos de la naturaleza para especies monógamas y/o inteligentes (eso que llamamos evolución).
Y no. De allí no se sigue que las especies polígamas desarrollen una mejor inteligencia emocional. Para evitar confusiones como esas, es necesario desarrollar marcos conceptuales sólidos.
Sujeto, por causalidad, o cuando menos por casualidad, ¿tendrás entre tus feeds anarquistas alguno que ayude a responder la pregunta «¿por qué nunca te enamoras como la primera vez?» Sucede que el viernes tuve un debate en torno a la no existencia del amor y me lanzaron el reto de dar una respuesta convincente y con argumento científico a tal interrogante.
Mi opinión es que con el amor ocurre algo similar que con los trucos de magia: esa carga de experiencia (prejuicios) adquirida con el tiempo y que nos hace mantenerlos a la expectativa, dudando por adelantado de la ilusión que se nos presenta. Ese es mi punto de partida, ¿alguna sugerencia?
No sé qué contestar a esta interrogante… No la había considerado seriamente ni estoy seguro de cómo abordarla. Ni siquiera concedería que es verdadera la afirmación.
Pero aquí van las pistas que se me ocurren para atajarla:
Recuerdo que algún día leí un post titulado «la elongación temporal de una vida interesante». No lo encuentro, pero la idea es que al hacer cosas nuevas la mente registra mejor las cosas, por lo que los recuerdos parecen más vívidos y el tiempo que se recuerda más largo. (Hacer siempre lo mismo lleva a la habituación y con ello, el tiempo parece que se va de entre los dedos.) Un mecanismo similar podría ayudar a explicar la «especial vivencia» del primer amor.
Otro mecanismo que se me ocurre es que el recuerdo del primer amor se idealice (cada que accedemos a un recuerdo lo modificamos), tal vez ayudado por el sesgo cognitivo que nos hace querer lo que es nuestro.
Por otro lado, ¿Qué tal si la sensación del «primer amor» no es tanto placer como el recuerdo de la primera vez que se satisfacen de ciertos deseos sexuales (incluso si no se termina en coito)? Algo equivalente a cuando por fin tienes tu primer
reemplazar con ejemplo convenientecarro aunque no sea exactamente el que buscas.Seguramente la expectativa que comentas tiene mucho que ver. Supongo que comparar las cosas otras impide disfrutarlas al máximo. Eso me recuerda un fragmento de «Cumpleaños» de Carlos fuentes:
Un mecanismo que explicaría eso (no me tengas mucha fe aquí, no soy experto en neurociencias
todavía), sería que la comparación interfiera de alguna manera con la red del placer (pensar racionalmente es muy costoso y yo pensaría que la comparación es un acto racional). Tiene mucho sentido, porque ambas redes tienen la función de tomar decisiones.Otra posibilidad sería que el desencanto involucre alguna clase de mecanismo de saciedad.
Esta posibilidad no me convence mucho, porque al parecer la saciedad es inmediata y para el momento en que cierta necesidad está satisfecha. Pero tal vez vale la pena considerarla. Un hijo es muy costoso (sentido amplio) y probablemente en ese caso el efecto de saciedad sea más duradero. El mecanismo del placer no necesariamente tiene manera de asegurarse que hubo hijo con el primer amor.
Sea cual sea la forma en que se desarrolle esta reflexión, me gustaría que me mantuvieras informado. El tema me parece harto interesante. ¿No le abres un hilo en tu blog?
P.D. Por cierto, después de todo este rollo y volviendo a considerar la pregunta, la respuesta me pareció obvia:
Por la incertidumbre de los fenómenos cuánticos (o lo que sea que haga que cada momento sea diferente del otro).
Al día siguiente de formulada la pregunta di respuesta al compañero que me la planteó, sin embargo, la discusión quedó zanjada por el trabajo y no se habló más: Nos hicieron llegar una solicitud de cotización por setenta y tantos equipos para licitación (por ahora trabajo aquí como auxiliar de gerencia de marca. Me encargo de generar y transmitir información técnica a compañeros y clientes, particularmente en lo relacionado a productos para biotecnología). Mi respuesta fue breve y básicamente argumenté que la manera en que percibimos y actuamos ante un agente externo está condicionada por un proceso cognoscitivo en el que el cerebro registra sucesos nuevos para usarlos como referencia en situaciones similares que puedan presentarse a futuro (Pavlov lo llamaría reflejo condicionado. Puede que la primera relación sentimental haya sido muy placentera y haya puesto el listón muy en alto pero cuando esta finaliza, por cualesquiera que sean las causas, el cerebro lo registra y nos dice «¡Ouch! eso dolió, mejor tenerlo en cuenta para la próxima».
Esta es una posible explicación y es parcial en todo caso, pues ahora habría que preguntarse qué pasa con esas personas que encuentran al amor de su vida cada dos meses. Por otro lado, tu última afirmación me parece totalmente válida pero sólo parcialmente satisfactoria pues infiero que mi compañero asume que la primera vez es la más intensa y memorable y siendo así tu post data deja la pregunta en el aire: ¿por qué tiene que ser la primera y no la segunda o la tercera?